

Localizado en la sede Boston de la caja de compensación familiar Combarranquilla.
Por Jorge Senior
El 25 de mayo de 1995 -hace 30 años- se inauguró en la ciudad de Barranquilla el primer planetario privado de Colombia, localizado en la sede Boston de la caja de compensación familiar Combarranquilla. En la misma ceremonia se inauguró también la sala de la Cinemateca del Caribe.
Desde aquella época han pasado por las actividades del planetario más de un millón de personas, especialmente niños, constituyéndose en un hito en la historia cultural de la ciudad y la Región Caribe. Así que, sin duda, vale la pena contar la historia de su nacimiento.
El planetario fue una iniciativa de la Fundación Amigos de la Astronomía, una novel agrupación de aficionados a la astronomía, de la cual yo hacía parte desde que regresé a Barranquilla en 1993.
La Fundación había nacido pocos años antes por iniciativa del dirigente cívico Alfonso Chegwin. La empresa Monómeros Colombo-Venezolano, gerenciada por Hernando Celedón Manotas, donó el dinero para comprar un pequeño aparato marca Goto, capaz de proyectar el firmamento en movimiento en un domo de seis metros de diámetro. Y Combarranquilla se convirtió en el nicho acogedor de esta iniciativa ciudadana.
En 1994 se firmó un convenio entre la Fundación y Combarranquilla. La caja de compensación, bajo la dirección de José Miguel Gómez Munárriz, brindó todo su apoyo con instalaciones en dos salas y una oficina, todo con aire acondicionado y bien dotado con cómodas sillas, iluminación especial, computador de última generación y un video beam, que por entonces era una novedad tecnológica.
Además, garantizó los servicios públicos y otros apoyos logísticos. La Fundación aportó un proyector de diapositivas y su colección de imágenes astronómicas en ese formato, así como vistosas láminas de los planetas en retablos que adornaron las paredes de la primera sala y sirvieron de material didáctico inicial. Alfonso Hiram Redondo pintó dos murales espectaculares con motivos astronómicos. Pero, además, la Fundación aportó lo principal, el know how.
Esa parte me correspondió a mí, pues una vez firmado el convenio, la Fundación me designó como Director de lo que se denominó Centro de Astronomía y Planetario de Barranquilla. Ya desde 1993 yo venía haciendo cursos de formación de docentes, conferencias, actividades de observación y publicaciones en El Heraldo.
Y dirigía un programa radial pionero en divulgación científica llamado El Sonar del Búho. Mi conocimiento era autodidacta, producto de la lectura insaciable de libros y revistas de astronomía en inglés, complementado por mi asistencia a Encuentros nacionales de astronomía y a la Escuela de Astrofísica que se desarrolló en la Universidad de los Andes en 1994.
El momento era oportuno porque en 1994 el cometa Shoemaker-Levy había chocado contra Júpiter, probablemente el evento más espectacular de la historia del sistema solar en el último milenio. Y como si fuera poco se encontraba visible a simple vista el cometa Hale-Bopp, el más vistoso en décadas.
Por eso sacamos unos stickers con el lema La astronomía está de moda. También fue novedad el primer puntero láser en la ciudad y el video de Stephen Hawking, quien se había hecho famoso por su bestseller Historia del Tiempo.
Tuve la oportunidad de instalar y poner a funcionar el proyector del domo y todos los demás equipos, diseñar las funciones para colegios y para público en general. Contratamos como asistente al profesor Ernesto Montes, que por entonces era estudiante de la Universidad del Atlántico, y a una secretaria.
Luego, cuando se masificó la presencia de público y los ingresos, se amplió el staff. Allí capacitamos a muchos jóvenes que multiplicarían el interés por la astronomía y la ciencia en Barranquilla y el Atlántico.
En el curso de los siguientes dos años el planetario se expandió y se convirtió en un referente nacional.
Primero fue la creación del Centro Interactivo de la Ciencia y el Juego (hoy Imagenia) en otro espacio de Combarranquilla Boston, con el apoyo y asesoría del profesor Julián Betancur de la Universidad Nacional. Luego vino la adquisición de un poderoso telescopio de 12 pulgadas de diámetro, computarizado, con cámara CCD, marca Meade, con el cual se hacían multitudinarias actividades de observación en la sede de Solinilla, en Salgar, Puerto Colombia.

El planetario lideró y convocó múltiples iniciativas con los colegios del Atlántico y el Caribe.
Por ejemplo, la primera Feria Departamental de la Ciencia y la Creatividad, la primera Olimpiada de Astronomía, cuya final se realizó en el teatro de la Universidad Autónoma del Caribe y se transmitió por Telecaribe.
En 1997 Combarranquilla fue sede del Encuentro Nacional de Astronomía Enrique García Luján, en el marco del cual fue creada la RAC, la Red de Astronomía de Colombia que se formalizaría al año siguiente en Cali.
El planetario también fue epicentro de la creación del capítulo Atlántico de la ACAC (Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia) y en alianza con otras entidades fue convocante del Foro Regional de Ciencia y Tecnología. Una consecuencia de esta última alianza fue la creación en 1998 por decreto del Gobernador del Atlántico, del Comité Departamental de la Ciencia y la Tecnología (Codecyt, hoy Codecti), que aún funciona.
Gracias a la labor que hicimos en esos años fui nominado al Premio Nacional al Mérito Científico. A finales de 1997, con tristeza me separé del trabajo en el planetario que tanto disfruté e inicié mi carrera académica como profesor universitario. Sin embargo, seguí haciendo actividades relacionadas con la astronomía, como, por ejemplo, la transmisión en vivo y en directo por Telecaribe y Señal Colombia, desde Valledupar, del eclipse total de Sol, el 26 de febrero de 1998.
Y en 2003 representé a Colombia en el Congreso Hispanoamericano Comunicando la Astronomía, celebrado en el Observatorio de Arecibo en Puerto Rico.
Lo más importante es que el planetario se ha mantenido dinámico, gracias a la sostenibilidad que le brinda Combarranquilla, ahora bajo la dirección de Ernesto Herrera Díaz-Granados, y cumple felizmente sus primeros 30 años de existencia. Actualmente lo dirige el profesor Orlando Méndez. Para mí es un legado valioso para Barranquilla y el Caribe, del cual me siento muy orgulloso.
Tomado de: Zona Cero.info