El Descabezado, el Congo Carrizaleño y el Congo Tigre de Galapa recibieron un reconocimiento por sus numerosas décadas engrandeciendo la fiesta.

Las danzas no solo bailan al ritmo de la música, sino que cuentan una historia profunda de legado y amor por el folclor. Entre las coloridas agrupaciones florecen familias apasionadas, portadoras de una tradición que fluye en sus venas como un río cultural.

Es por ello que en el marco del Festival de Danzas y Cumbias en el Coliseo Sugar Baby Rojas, tres grupos fueron homenajeados por su participación ininterrumpida en la fiesta.

El primero en ser homenajeado fue el Disfraz El Descabezado que este 2024 cumple 70 años de hacer presencia en la fiesta cultural más importante del país.

Son cuatro generaciones las que pisaron el escenario bajo la batuta de Ismael Escorcia y su actual director, Wilfrido Escorcia. 

El creador del El Descabezado se convierte en el emblema vivo de un intrépido disfraz que ha recorrido las calles de la vieja Barranquilla, paseándose con picardía cada escenario de las carnestolendas.

«Gracias a todos los que han colaborado para hacer esto posible. Estamos muy orgullosos, qué viva el Carnaval de Barranquilla y no pierdan la cabeza», dijo Wilfrido Escorcia.

El siguiente en recibir la placa conmemorativa fue el Congo Tigre de Galapa que celebra sus 60 años en la festividad. 

Manuel Acosta carga en sus hombres esta herencia. El legado de su estirpe comenzó en 1958, cuando su padre y hermano lideraban un grupo de danza llamado ‘Tigre de Galapa’, donde su único y distintivo disfraz giraba en torno a este felino que impartía presencia y causaba algo de temor entre el público.

«Gracias por este gran homenaje. Nos llena de mucha alegría de tanto tiempo que ha estado uno dándole folclor a esta hermosa fiesta y es de mucho orgullo. Esperamos seguir por muchos años más», afirmó Acosta.

Por último, el Congo Carrizaleño recibió su distinción por los 40 años que llevan danzando en la fiesta. Rodolfo Ferrer es el heredero de esta tradición desde el barrio Carrizal.

Fue su padre, el fallecido Miguel Ferrer, el que dejó en sus manos el proyecto desde 2019.

«Agradecido de esta gran labor que me dejó mi padre, desde el cielo me está dando fuerza para seguir con este proyecto tan maravilloso y sé que lo seguiremos sacando adelante porque tenemos semillero para hacerlo», expresó Rodolfo Ferrer.

Las raíces de estas familias provienen del pasado, donde los ancestros tejieron los primeros pasos de estas danzas. Generación tras generación, el compromiso con el folclor se ha transmitido como un tesoro invaluable.

Desde los abuelos que danzaron con gracia hasta los padres que mantuvieron viva la llama, las nuevas generaciones son herederas de un patrimonio que resuena con cada paso.

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